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viernes, 10 de diciembre de 2010

Ángeles y Demonios



No todos ven el bien y la belleza

Se agitan entre nosotros los mismos ángeles que antaño nos enseñaron a presentir que Dios es panameño.

Están aquí por nuestros sueños colectivos de grandeza.  Porque siempre hemos resurgido de terribles abatimientos y hemos derrotado algunos demonios oportunistas que también  incursionan por aquí.


Dos ejemplos de abatimientos y resurgimientos.  Uno reciente causado por la destrucción física infligida por los demonios que llegaron con la invasión. Esa fue una maldad llegada de  afuera para sustituirse a otra maldad confeccionada  adentro.

Y los otros abatimientos, muy recurrentes durante cien años, causados por profetas dementes que practicaron crueles liturgias cesaristas. 

 

Pero no siempre hemos vencido a los demonios. Dos ejemplos. Los que se meten en cuerpos humanos para encender en sus almas las fogatas de la codicia y mutarlos en íncubos corruptos. Y los que se meten en conductores de vehículos públicos y privados para imponer la maldad. Sin embargo es extraño que sólo a los buses los conocemos como Diablos Rojos.  

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El bien y el mal juegan una eterna partida de azar. Al respecto hay una historia pendiente de ser inventada aquí en Panamá.  La del país ideal y utópico. Ese soñado por ángeles y nosotros.


Pero hay quienes no quieren vivir en ese país soñado. Para no ir allí se han inventado un país alternativo de signo contrario.  Al cual escapan para conjugar los tiempos verbales de lo inexistente.  Es el país que sueñan los demonios y los otros. Allí la historia deja de ser. Allí se inventan distopías  que es lo contrario de la utopía. El distópico cree conocer el presente y el futuro como réplicas de sus modos subjuntivos. Con esos modos desquicia el bien, fabrica apocalipsis, detiene el curso mutante de la historia y aprende el goce del dolor.  El distópico panameño practica la burla, la farsa, la estafa y la invasión perversa del prestigio de quienes estamos estacionados en el presente preparándonos para emprender la ruta de un futuro mejor.


Es obvio que utopías y distopías no son cosas de ángeles, ni demonios. Son sólo cosas de humanos. Y en especial de humanos panameños. Es una gran cosa ser humano en general porque los ángeles y los demonios en general no pueden elegir otra opción distinta de lo que son.

Cecil Beaton (1904 – 1980).  

Los humanos por otra parte tenemos la potencia de elegir. Y aún así a nosotros los humanos nos resulta difícil practicar ese arte portentoso del libre albedrío que consiste básicamente en llegar a ser lo que debemos ser. Y más difícil aún nos resulta trazar la ruta requerida para lograrlo. Pero el libre albedrío sirve también para elegir el llegar a ser lo que no debe ser. Como el triste camino hacia la distopía en donde los demonios de siempre tejen con furia infernal el goce torcido del horror y de la desesperanza. Y ese es el país de los quejidos que muestran los medios.
Creo que los distópicos y sus demonios no pasarán. La tradición lo muestra.


Y, a pesar del bajón grave del presente, eso es lo que hemos estado haciendo con éxito desde antes de ser República, porque existe en la conciencia panameña la potencia de la fe en la ética,  la fuerza del pensamiento racional, el poder de la imaginación creativa y porque aunque no lo crean en nuestra configuración humana existe el don de una rara aspiración a la bondad, a la belleza y al bien. Se acerca Navidad y el Año Nuevo. Tiempo de pensar con amor, paz  y buena voluntad en nosotros mismos y en la Ciudad.


Cuatro ciudades.
La de dos mares océanicos. La verde. La del pasado. Y la del presente-futuro..

Ciudad de Panamá, martes 16 de noviembre 2010.
Publicado en el Panamá América, sección Punto de Vista, Viernes 24 de diciembre 2010.


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