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miércoles, 20 de octubre de 2010

Surrealismo.



Siento una estima reverencial por la palabra surrealismo o surrealista. Por eso me indigna la banalización mediática de su uso para significar algo extraño y criticable. Si bien La palabra surrealismo tiene muchos orígenes el que más se ajusta a mi gusto personal lo encuentro en una obra teatral de Apollinaire de 1917 titulada “Las Tetas de Tiresias” y subtitulada “Drama surrealista”. Apollinaire en dicha obra reconfigura el mito del adivino tebano, Tiresias, quien como bien saben, para dominar el poder sobre los hombres cambia de sexo. Me parece que en tiempos de Tiresias sobrevivía en la conciencia social de los tebanos la idea del matriarcado primordial en el cual las dinastías, la soberanía y la autoridad se establecían por linajes matrilineales. La obra sugiere cambiar la sociedad mediante la restauración de los derechos civiles, en especial a favor de las mujeres, y la eliminación del militarismo. En otras palabras el surrealismo nace como una visión revolucionaria de cambio para mejorar, para completar y para ir “más arriba” de la realidad vigente. En el sentido que cuando se perfecciona un funcionamiento real y específico, por ejemplo “el caminar”, el objeto real que se inventa para tal propósito va mas allá de la realidad de “las piernas”, como por ejemplo: “la rueda”. Es decir la rueda está más arriba que las piernas porque es más funcional para andar, y sobre todo porque su forma es completamente extraña y distinta a las formas de las piernas. La rueda introduce cambios radicales y revolucionarios pero no invalida ni destruye a las piernas. Es decir la realidad de arriba está tan sólidamente sustentada como la realidad de abajo. Lo sé. Es una extraña idea. Surreal …

Le château des Pyrénées 1961 – Rene Magritte.

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