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viernes, 12 de agosto de 2011

"YING YANG SENSUAL" Martes 9 agosto 2011.

Rapto de Proserpina del Bernini
Galería Borghese, Roma.

Ying-Yang sensual.

La crónica* de la cena y cata en El Bodegón mostró con uso de pocas palabras algunas ilustraciones fotográficas. Quizá para expresar con exclusiva elocuencia visual el origen real del notable resultado. El de quedarnos sin palabras.

Eso sucedió después porque al inicio y durante el evento fue todo lo contrario. Abundaron las palabras “a capella” en un torrencial intercambio verbal de ideas y percepciones. Fue el canto llano de la fantasía que sustentó la danza sensorial que siguió. Eso a mi juicio fue lo más gourmet de todo, porque en el fondo de tanta versatilidad comunicativa por escuchar y ser escuchados, estaban los sentimientos de afinidad personal de los participantes que se expresan solamente entre amistades y familiares. Por supuesto que la excelencia de vinos y platos cumplieron con su tarea capital de excitar la imaginación y el buen humor de cada uno. Porque precisamente esa pasión interior y exterior era en gran parte la contribución más rica posible que nos entregaba, por mediación del vino y la comida,  la madre tierra y  el padre amor que le rindió en su momento el sudor, el arte y la técnica del viticultor. Y dicho torrente de sensaciones llegaron a nosotros en parejas de contrastes crispados. Primero.  En los platos que esa noche inventó la talentosa cocina de Ramón Barreiro. La cual propuso un diálogo dinámico entre los seres que pueblan el cielo, el mar y la tierra. Segundo.  Ese drama de dialécticas opuestas fue hablado también con su propio lenguaje por los mismos vinos.  De la misma manera como lo hablaron con sus propios lenguajes los dos viejos del grupo, Don Ramón y Flavio y los cuatro briosos jóvenes, Ramón, Juan, Orlando y Gobindjit. Pero aclaro antes de seguir que en verdad hubo tanto de carga juvenil en el alma y el cuerpo de los dos viejos, como de finos tesoros ancestrales mostrados por los cuatro jóvenes.  Y es que los vinos hablaron su lenguaje de tiempo y espacio mostrando sin pudores el contraste entre la experiencia tradicional versus las vivencias modernas. Ese diálogo que escapó de las botellas habló de encuentros entre los vinos de hoy junto con los vinos de la memoria para crear la danza sensorial que recorrió la ruta del placer que va  desde el cristal en las manos hasta el fuego de los labios, creando así la coreografía Ying-Yang más cautivante de la vida. Y por último, el más perturbador de todos los encuentros. El de la vida y la muerte. Porque uno de los vinos que quizá por ser tan viejo o que quizá quién sabe por qué, ya antes del descorche había entregado su noble espíritu al creador. Ese gran burdeos descansó en paz entre nosotros. Pero en velando su cuerpo presente nos  inspiró también con igual intensidad que todo el resto y en la celebración terminal de su gloria extraviada, nuestras mejores frases y sentimientos que hablaron esa noche del esplendor y del placer que ofrece siempre a sus usuarios  el milagro de la vida hasta el mismo instante del último suspiro.

Saludos.
Flavio.


*  MemoriasdeFlavioVelasquez.
Ir a "EL BODEGON" Martes 9 agosto 2011.




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