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sábado, 16 de enero de 2010

La paz y la vida cuestan mucho; pero la guerra y la muerte salen mas caras.

Mi estimado Doctor.Quise reponder preguntando ¿Y cuál es el punto? Pero no pude por dos razones. Primero porque este tipo de correos me los mandas en silencio sólo para que yo los comente. Y segundo porque el punto está claro. El punto es dejarse llevar por el primer impulso histérico que termina por crear e incitar el rechazo, la exclusión, el temor y, sobre todo, con el tiempo: el odio; y finalmente: el exterminio. Me preguntarás: ¿Rechazo de qué? Y te respondo: del otro que es diferente, extraño y fundamentalmente inocente de todas esas aberraciones que se están cultivando con ese tipo de presentaciones como la que te estoy comentando. Lo invito a pensar, estimado Doctor, en la afirmación siguiente: ni la cultura islámica ni las comunidades musulmanas y árabes son enemigos peligrosos de nuestra cultura y de nuestras comunidades cristianas, o judías, o de cualquiera otra confesión occidental u oriental. Piense que tanto en el pasado como en el futuro habrá pequeños grupos judíos violentos. Habrá grupos cristianos violentos. Y habrá grupos islámicos violentos. Etc. Y cantidad de otros grupos violentos asociados en base a muchos otros determinantes. Y esas violencias dentro de cada uno de esos grupos se ejerció y ejercerá contra sus propios hermanos y también contra otros fuera de la hermandad respectiva. Piense Doctor que las diferencias entre los hombres pueden sustentar también la convivencia y la armonía. Y no sólo la división y el conflicto. Los hombres tienen la capacidad mental para defender el bien común por encima de las rivalidades y las diferencias sin necesidad de recurrir al odio y al crímen. Pero es una opción. Es la mejor opción. Las opciones extremas como la exclusión basada en el temor a lo diferente, sustentada por el odio, es la peor opción. Las guerras genocidas contemporáneas que son muchas y tan catastróficas como la Primera y la Segunda Guerra Mundial han enseñado a los pueblos mas responsables y conscientes, que somos nosotros, los judeo-cristianos-musulmanes, que un dolor tan grande y perturbador como fue el de esas destrucciones y muertes ha sido el descubrimiento a posteriori que los pueblos sacrificados por la tragedia pudieron haber elegido otro camino diferente al camino de la muerte y de la destrucción. Que siempre pudieron haber elegido el camino del entendimiento y de la paz. Y que no lo hicieron. Y que "no hay mayor dolor que recordar el bien que pudieron tener cuando llega el momento de la desgracia y del mal". Ese es el letrero que está en la entrada del infierno. Mis mas elevados respetos Doctor. Saludos. Flavio.

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